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Concretamente corresponden al día 8 de abril de 1984. La Virgen de Araceli había bajado de su casa serrana por las tareas de restauración que se estaban acometiendo en el Real Santuario y se alzaba ya entronizada en el presbiterio de la Parroquia para contemplar un hecho que marcaría la vida la joven Cofradía del Amor.
Ese día, ante sus plantas era bendecida la imagen que bajo la dulce advocación de PAZ pasaría a convertirse en nuestra Titular, nuestra Bendita Virgen de las Campanitas.
La dolorosa, penúltima en la producción de cuantas imaginaran las gubias del escultor cordobés Juan Martínez Cerrillo, quedaría expuesta en su primer besamanos y el propio autor, sería inmortalizado por el blanco y negro de la nostalgia en ese preciso instante en el que besaba la mano de su Niña, esa mano bendecidora que se aferra al encaje de un pañuelo para secar el llanto de los lucentinos que acuden a Ella buscando consuelo.

Ella, la Campanillera de la Paz, nuestra referente, la Llama que enciende nuestro Amor por Cristo y el mejor ejemplo para seguir a Dios.
Gracias Madre, por estos treinta años de Paz bajo el amparo de tu blanca protección.