-->

DOMINGO DE PASIÓN: La paz a cambio de un beso. ( FOTOGRAFÍA Y VÍDEO )

Cuando agoniza la Cuaresma y la semana de Pasión marca el final de la espera y el inicio de lo esperado. Cuando la plata ha tomado brillo y los candeleros se ordenan ascendentes esperando la cera que llorará junto a Ella. Cuando la primavera llama a la puerta y el azahar revienta en los naranjos de la Plaza Nueva. 
Es entonces cuando el ritual se repite en las naves catedralicias de San Mateo y María cambia su atuendo hebreo con el que se presentó más humana que nunca para enseñarnos el camino marcado por el vuelo de una túnica alba y mostrar en toda su plenitud su condición como Reina de todo lo creado. Es por ello que  vuelve a revestirse de blancura y, mientras las estrellas coronan su frente, es el sol quien le borda filigranas trepando por la saya que terminan floreciendo en su virginal cintura. 
Era Domingo de Pasión. Ella que llora al compás de campanitas en la tarde de Martes Santo tenía una cita pendiente con Lucena. Como siempre cada dos primaveras. La Señora de la Paz quiere que sus hijos la encontremos cercana y una vez más bajó para encontrarse cara a cara con los suyos, para secar con su pañuelo el llanto de los que buscan consuelo en Ella y para que con un beso sincero cargado de amor, depositen las peticiones sobre esas manos llenas de ternura que volverán a acunar al Amor de los amores cuando tras entregarse a la crucifixión todo quede consumado...
Es por todo eso que ayer se presentaba a los pies del altar mayor, con el magno retablo como dosel, escoltada por los candelabros de cola de su trono y flanqueada por dos ánforas junto a dos de los candelabros del paso de misterio exornados con cera y flor. Sencillo montaje para no distraer nuestra mirada de los ojos de la Virgen Niña de San Mateo que una primavera más quiso encontrarse de frente con sus Hijos.