Hoy despedimos al 2014. Un año que se va dejándonos muy buen sabor de boca. El sabor que te deja esa sensación de tener recompensado todo el trabajo y esfuerzo, la de haber visto materializado el mayor anhelo perseguido por ésta corporación en la última década: Recuperar para devolver a la Semana Santa lucentina el popular misterio del Barrenillas, ese que los avatares del tiempo habían condenado al olvido.

Después vendría la presentación del nuevo trono que la casa Gradit ideó para Él, bajo diseño de Javi Águilar y con las escenas de la pasión que en forma de cartelas y de la mano de Adrián Valverde completarían el conjunto iconográfico del paso junto a la calavera de Adán regalada por el Museo de la Pasión egabrense.
Todo estaba preparado para ese día tantas veces soñado.
El morado cardenal había dado el color a las túnicas santeras de aquellas viejas fotografías en sepia y los cardos ya se apiñaban junto a los iris en aquel monte calvario donde el grotesco chiquillo taladraba la Cruz con barrena en mano.
Ya era Martes Santo.
Llegó el día y por fin pudimos despertar del sueño para vivir lo soñado. Jesús se entregó a Lucena en la tarde roja y blanca en la que de nuevo fue despojado por las calles de la ciudad para después ser crucificado en la intimidad de San Mateo...
Hoy cerramos este capítulo de nuestra historia y abrimos una nueva página por escribir junto a vosotros.
Que el Nazareno blanco siga guiándonos el camino con su mano bendecidora y que sea su madre la que nos colme de Paz bajo el refugio de su manto.
¡Feliz fin de año y año nuevo!
Juventud Amor y Paz