Una vez más, Cristo había sido despojado y humillado...
Para su veneración en la Parroquia, le habían asignado el espacio restante entre el retablo de San José y la recogida capilla que rinde culto al venerado lienzo del Ecce-Homo. Allí, a la sombra de las colosales columnas que levantan el entablamento que cobija al Patriarca, se había improvisado a modo de ménsula un sencillo y provisional estante dónde, El que había sido bautizado como Barrenillas por los santeros de antaño, supo esperar callado y paciente, escuchando las quejas de la Lucena que reclamaba un lugar digno de su presencia.
Allí permaneció hasta que la capilla que atesora a los Titulares de esta hermandad ha sido acondicionada para acoger a una imagen más como ya lo hace desde el pasado sábado.
De esta forma la decimonónica talla de Muñoz de Toro se encuentra en el centro del retablo que anteriormente ocupaba un crucificado de bella factura y académicas dimensiones.
Cuando algunos hermanos comienzan a preguntarse si la imagen del Santísimo Cristo del Amor es la que debería presidir la antigua capilla del Sagrario Viejo, hemos de reconocer que por su postura, el devoto perdería el contacto visual con el rostro del Nazareno Blanco. Además el tamaño del mismo obligaría a realizar diversas modificaciones que alterarían el conjunto, por lo que por respeto máximo al estado original en que fue concebida la capilla y por comodidad, se ha optado por que el Nazareno del Amor permanezca en el lugar que acostumbra y sea el Señor de la Crucifixión el que de momento ocupe dicho lugar.